Ni está, ni se le espera


En esta foto -que a pesar de todo, pretende ser ferroviaria- el tren no está. Ni se le espera. Y es un alivio, sin duda, que así sea; porque si el tren estuviese al llegar, posiblemente no sería tan despreocupada la actitud de esos parroquianos, marengos quizás, que andan, como se diría en la jerga malagueña, echándose un rengue -porque en todos los trabajos se fuma, bien es ello sabido desde antiguo. El animado asueto que refleja esta añeja estampa tiene lugar, por cierto, a la vera de un castizo chambao, pintoresco en su facha, un tanto precario en su ejecución, pero sin duda competente en su servicio: la nutrida concurrencia, al menos, así lo permite suponer.


'Rengue' de marengos junto a los restos del efímero (1887-1901) ferrocarril de la cantera de Almellones al puerto de Málaga
Foto: Autor desconocido

No sería, -si acaso viniera el tren, digo- tan confiada la actitud de los parroquianos. Y muchísimo menos lo sería, claro, la de esa bonancible acémila ad víncula, verdadera protagonista del momento, y que, ejerciendo de lo suyo, parece vivir del todo ajena a lo divino y lo humano; a destacar, sin duda, el que a falta de mejor soporte, alguien, en un valioso detalle de atención a lo ferroviario, atara su ronzal -a conciencia, quizá para disfrutar del rengue sin prisas- al carril, no lejos de las bridas de unión entre dos tramos. No hay, pues, en esta escena, motivo alguno para la preocupación. Tranquilos: el tren -sería el único motivo de inquietud-, no va a venir. Nunca.

Playa de la Malagueta, Málaga. (entre 1901-1908). Los variados enseres de pesca comparten el arenal con, presumiblemente, carriles levantados del ya extinto fc de la Cantera de Almellones. La foto estaría tomada en el período anterior a 1908, cuando la zona sirvió efímeramente como estación término del fc de Málaga a Torre del Mar y Vélez-Málaga.
Foto: Autor desconocido

Ferrocarril cantera Almellones, cerca del cerro de San Telmo (finales s. XIX)
Foto: Autor desconocido. Obtenida de Forotrenes
(https://www.forotrenes.com/foro/viewtopic.php?f=9&t=8906&start=440)

Y no va a venir, sobre todo, porque esos carriles descalzados corresponden a los restos de un efímero (1887-1901) ferrocarril, ya entonces fuera de uso: el de la Cantera de los Almellones, tendido con vía del inusual ancho de 800 mm y diseñado para acarrear desde ella -situada a algo más de cinco kilómetros al este de Málaga- los bloques de piedra necesarios para la ampliación del puerto malagueño llevada a cabo a finales del siglo XIX.

Ferrocarril de la cantera de Almellones al puerto de Málaga a su paso junto al cerro de San Telmo.
Este cerro, junto a su airosa torre almenara, fue volado a finales del siglo XIX para la obtención de piedra con el fin de ampliar el puerto malagueño.
Foto: autor desconocido. Obtenida del grupo Facebook Historia de Málaga.


Estación de la Malagueta, término del fc. de Málaga a Torre del Mar y Vélez -Málaga en el período 1908- 1913. Durante algunos kilómetros, el trazado de este ferrocarril se benefició de la franja litoral ocupada por el fc. de la cantera de Almellones, cuando éste, cumplida ya su función, se levantó en 1901.
Foto: Roisin

La valiosa franja de terreno de dominio público, junto al mar, liberada al levantar este breve ferrocarril vino muy bien a la compañía de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga a Torre del Mar y Vélez-Málaga para facilitar su penetración en la capital; primero (1908) teniendo su término en la estación playera de la Malagueta, y a partir de 1913 en la más céntrica situada junto a la entrada principal del puerto donde compartiría cabecera hasta su cierre con las líneas a Fuengirola y Coín.



Referencia.

1. Castellón, C. Otros ferrocarriles en Málaga. Docutren. IV Congreso de Historia Ferroviaria. Málaga 2006.

La ruta hacia la competencia: una línea de duro perfil para el ferrocarril

Agazapado durante décadas en una cómoda -y anquilosante- posición de monopolio, el tren ha tardado en reaccionar a la rivalidad de otros modos de transporte, especialmente durante la segunda mitad del siglo XX. Su tardía respuesta, liberalizando la competencia, está siendo en muchos países lenta e incompleta, a lo largo de un camino erizado de dificultades. Hoy, 14 de diciembre, España, al menos formalmente y bajo la incidencia del Covid-19, abre su mercado doméstico de viajeros a otros operadores ferroviarios. Ilusionadas expectativas y preocupantes incertidumbres se dan cita al mismo tiempo en esta encrucijada histórica.

Con lentitud. Con patinajes. Con retrocesos en la rampa a la estación previa para recomponerse y avanzar luego con éxito. Así, como ocurre a veces con la marcha de los trenes por líneas quebradas y tortuosas, el ferrocarril viene recorriendo su particular vía crucis hacia el ambicioso objetivo de servir -con eficacia y eficiencia- al futuro común europeo. Pues bien, en ese trayecto de duro perfil, hoy y en medio, por cierto, de una profunda crisis sin parangón en décadas, se alcanza en nuestro país un hito significativo, largamente esperado: la apertura a la competencia de los servicios domésticos de viajeros, parcial, en cualquier caso, dado que se exceptúan aquéllos que no estén considerados como Obligaciones de Servicio Público (OSP).

Fig.1. A partir del 14 de diciembre de 2020, y en consonancia con lo establecido en el IV Paquete Ferroviario, en Europa se liberaliza la competencia doméstica en el tráfico ferroviario de viajeros
Foto: Cristophe Masse


Algunas claves de la competitividad ferroviaria

Quizás, antes de continuar, convenga recordar que abrir a la competencia un mercado trae como consecuencia habitual el beneficio de clientes y usuarios; cuya decisión sostenida en favor de uno u otro de los ofertantes de un bien o servicio puede determinar -ni más ni menos- que la supervivencia de éstos. Es lógico, por tanto, que bajo las diversas formas en que se manifiesta la rivalidad, las empresas competidoras se esfuercen por ganarse continuamente la preferencia de sus clientes. O lo que es lo mismo, por adaptarse a la evolución de sus volátiles intereses dentro de un entorno convulso y cambiante -a la vista está en los corrientes tiempos-, ofreciéndoles calidad (de producto/servicio)  a un precio permanentemente atractivo,...en un contexto de eficiencia que haga posible el sostenimiento a largo plazo de la empresa.

Pero, ¿aún hay motivos hoy para confiar en la capacidad competitiva del ferrocarril?. Para responder, dediquemos un momento a analizar esquemáticamente sus fundamentos tecnológicos. Frente  a otros medios alternativos, (aéreos, submarinos, de superficie no guiado...) el transporte guiado de superficie -su paradigma el ferrocarril- posee para su movimiento un único grado de libertad que le permite tan sólo el avance -o retroceso- en su camino. [1] 

Por definición, pues, el ferrocarril, con una movilidad más limitada, para competir con éxito debe, por lo pronto, ofrecer frente a aquéllos ventajas compensatorias; ventajas que a su vez deben construirse a partir de tres características tecnológicas significativas:

  • La existencia de un camino de guiado, -carril- lo que permite la circulación a altas velocidades de un modo seguro y eficiente energéticamente.
  • La capacidad de soportar elevadas cargas verticales.
  • El acoplamiento entre vehículos formando ‘trenes’, lo que permite adaptar fácilmente oferta y demanda variando el número de vehículos.


Fig. 2. De un modo sintético, carga por eje y velocidad delimitan ámbitos bien definidos de competitividad del ferrocarril.
Fuente: adaptado por JRS de Ref.1

Dado que la tercera es prácticamente común a todas las variantes de la operación ferroviaria, relacionando las dos primeras (velocidad-carga por eje) se puede establecer  (Fig.2) un mapa simple de los ámbitos en los que -tal como notables casos de éxito atestigüan- la tecnología del ferrocarril permite competir más favorablemente con otros medios concurrentes: la alta velocidad; los graneles masivos y el tráfico intermodal ofrecen -especialmente cuando los recorridos medios y cargas aumentan- claras oportunidades para ello.

Las debilidades competitivas del tren, por su parte, se manifiestan marcadamente en el tercer cuadrante (destacado), que pretende representar ámbitos más genéricos de la operación ferroviaria: en los servicios de viajeros convencionales; en el movimiento de carga general en volúmenes relativamente bajos y en el marco del ferrocarril urbano, las rigideces inherentes al modo ferroviario dificultan la rentabilidad de su operación lo que, sin embargo, puede justificarse en ciertos tipos de servicio de viajeros -vg. cercanías y metros- con alta vocación social y especialmente cuando se benefician de una utilización intensiva. Lo que sí parece evidente es que el ferrocarril no es un medio de competencia indiscriminada, debiéndose siempre aplicar juiciosamente sus fortalezas a la hora de apostar por su protagonismo.

De la iniciativa privada al monopolio

Por otra parte, y cuando nos aproximamos a la consideración no ya meramente tecnológica sino socioeconómica de la actividad ferroviaria, los especialistas subrayan el hecho de que, al tratarse de un sector productivo de los llamados ‘de red’, el marco de su actividad difiere de aquel en el que se desarrollan los modelos de competencia perfecta [2], y por tanto obliga a tratar con cautela su análisis. En todo caso, y volviendo la vista a su historia, especialmente durante sus comienzos en el siglo XIX, la realidad es que el transporte ferroviario se fue desarrollando de la mano de la iniciativa privada, es decir, de capitalistas emprendedores que buscaban optimizar el rendimiento económico de sus inversiones, con notable éxito, en algunos casos.

Ello condujo a la existencia inicial de una muchedumbre de compañías ferroviarias, independientes, atendiendo a objetivos con frecuencia de carácter muy localizado, y organizativamente estructuradas según un modelo que integraba verticalmente la construcción de infraestructuras y la prestación del servicio. Sin embargo, para mejorar su eficiencia global a través del crecimiento de la red -a consecuencia de las economías de escala-, conforme progresaba el siglo XIX se fueron produciendo absorciones y fusiones que dieron lugar a las grandes compañías; su creciente importancia económica, influencia sociopolítica y valor estratégico atrajeron pronto el interés de los poderes públicos que aprovecharon para nacionalizarlas, en su mayoría por razones de tipo social o económico, y señaladamente en el caso del rescate de las financieramente inviables.

De este modo, a lo largo del siglo XX, este proceso de nacionalización consolidó en la mayoría de los países -los EE.UU. son una notable excepción- un modelo de gestión del ferrocarril bajo la forma de monopolio verticalmente integrado, sin competencia, con la infraestructura propiedad del Estado, y con una decisiva dependencia de los recursos públicos para su operación y renovación: la creación de RENFE en 1941 supuso la concreción del monopolio ferroviario español.

Pero de ser un modo dominante, sobre todo a partir de la II Guerra Mundial, la cuota de mercado del ferrocarril decreció rápidamente (Fig. 3) como consecuencia de la feroz competencia de otros modos en rápido desarrollo: sobre todo, el automóvil privado y el avión para el desplazamiento de personas, y el camión para el de mercancías. Buena parte de este declive, en todo caso, se asocia a la inexistencia de un contexto regulador que haya permitido al ferrocarril ser tratado, entre otros en el marco impositivo, de un modo equitativo respecto a sus competidores.[3]

Fig. 3. El caso español puede considerarse representativo de la pérdida de protagonismo del ferrocarril en el transporte terrestre a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Gráfico: Evolución comparativa de tráficos y cuota de mercado de fc y carretera. España 1950-2012
Fuente: Adaptado de Campos (2014). J. Campos. Doc. Fedea 2015/12

El que, aunque efectivamente, ciertos atributos del transporte ferroviario -vg. dimensión y especificidad de infraestructuras; integración entre éstas y la operación; economías de escala y densidad [2], etc- apuntaran hacia su consideración como monopolio natural, las limitaciones de estos modelos, añadidas a la falta de dinamismo, dilución del interés en la eficiencia, servidumbres políticas, contextos socio-laborales, etc. propios de las empresas estatales titulares, no puso fácil, ni mucho menos, ofrecer una respuesta adaptativa, rápida y eficaz, a esa pérdida de protagonismo del transporte por ferrocarril -simultáneo con una creciente demanda de recursos públicos para su sostenimiento-, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, una época frenética, por cierto, en el ritmo de cambios de un mundo cada vez más globalizado. 

Otras actividades, también consideradas como monopolios ‘naturales’ -compañías eléctricas; aéreas; de telecomunicaciones…- propias de mercados regulados, también se vieron expuestas a desafíos similares; sin embargo, su respuesta, básicamente orientada a la introducción de una gestión más eficiente, abriendo su mercado a la competencia, y reduciendo su impacto en el déficit del Estado, ha venido siendo claramente más ágil que en el sector ferroviario; la Fig.4 muestra, en efecto su sensible retraso, especialmente con respecto a sus competidores, carretera y avión [4]: como referencia, éste completó su liberalización en menos de una década [2].


Fig. 4. La desregulación de los monopolios ferroviarios europeos ha evolucionado con patente retraso respecto a los de otros sectores
Gráfico: Evolución indicador PMR 1980-2013. 
0: sector plenamente desregulado - 6: sector plenamente regulado
Fuente: Adaptado de Railway Reform in the ECE Region. Doc. UNECE

Hacia el ferrocarril del mercado único europeo

La paulatina consolidación del proyecto de una Europa común ha sido clave para avanzar hacia un modelo legislativo compartido que pretende, en fin, posicionar equitativamente al ferrocarril en el concierto del transporte europeo, facilitando optimizar la contribución de sus fortalezas al futuro común, estimulando la competencia y abriendo el mercado. 

Aunque de un modo genérico el propio constituyente Tratado de Roma (1957) ya apuntaba hacia la necesidad de una política común de transportes, la publicación del ‘Libro Blanco del Transporte’ (1979), reflejó de un modo expreso la toma de conciencia frente a la preocupante caída sostenida del tráfico ferroviario, ya entonces reconocido como un problema global. Pero, en todo caso, y solo después de transcurrida una larga década, se reconoce a la Directiva 91/440/EC el mérito de sentar las bases para la apertura y adaptación del ferrocarril a las necesidades del mercado único [2]. 

A partir de ahí arranca un largo -tres décadas- y tortuoso camino marcado fundamentalmente por cuatro bloques normativos (2001, 2004, 2007, 2016), respectivamente los denominados ‘Paquetes Ferroviarios’, (resumidos en la Fig.5) el cuarto de los cuales entra efectivamente en vigor precisamente hoy, entre otros, liberalizando la competencia en el tráfico de viajeros dentro de los mercados nacionales. Ello, no significa, sin embargo, que todas las actividades ferroviarias en ese ámbito se encuentren a partir de ahora, siquiera formalmente, liberalizadas: los contratos derivados de Obligaciones de Servicio Público (OSP) comenzarán a ser licitados desde 2023, con un período transitorio que se extiende hasta 2033. 

Fig. 5. Los denominados 'Paquetes Ferroviarios' (1 a 4:2001-2016) son conjuntos normativos orientados a conformar un espacio ferroviario europeo común con competencia liberalizada
Fuente: Observatorio de la Logística y el Transporte 2015.

Como se puede comprender fácilmente, resumir en el apretado párrafo anterior el fatigoso proceso de desarrollar y llevar a su aplicación la legislación ferroviaria comunitaria no deja de ser un voluntarioso ejercicio de síntesis: tras él se halla la publicación de una treintena de complejas directivas y reglamentos -algunos de ellos, con posteriores refundiciones o reformas- regulando aspectos tan diversos como la separación de la operación y la gestión de la infraestructura o la certificación de maquinistas.

En todo caso, y siguiendo con el esfuerzo simplificador que nos acompaña en asunto tan intrincado, los objetivos fundamentales de este empeño legislativo pueden concretarse en:

·        Separación de la operación de servicios y la gestión de la infraestructura

·        Consolidación de un mercado único de transporte, interoperable y técnicamente armonizado

·        Liberalización de los servicios ferroviarios y apertura del mercado a nuevos operadores

La adhesión práctica a estos objetivos globales ha tenido, con algún notable fiasco -la privatización de Railtrack y las franquicias de viajeros en el Reino Unido, por ejemplo- un desarrollo muy heterogéneo en los países europeos, fruto, por un lado de la adopción de modelos diversos de organización y liberalización del sistema ferroviario -hasta seis en el ámbito de la UE-26 [2]- ; y, por otro, digámoslo suavemente, de un entusiasmo limitado, con tufillo proteccionista en muchos de ellos, a la hora, primero, de trasponer y luego, y sobre todo, de llevar a la aplicación la prolija legislación generada: quizás por ello, incluso en momento tan tardío como 2015, existía aún un 5% de países sin completar la trasposición y un 11% con un cumplimiento incompleto de la misma…entre ellos, España [4].

Entre los objetivos del mercado único ferroviario merece la pena destacar el de la armonización, consecuencia natural de la enorme diversidad en material rodante, instalaciones y procedimientos a la que décadas de desarrollo aislado dentro de cada frontera ha llevado al ferrocarril europeo: pues bien, testimonios esclarecedores de las dificultades -especialmente para el tráfico transfronterizo- que enfrenta ese objetivo esencial son el premioso desarrollo e implantación del ERTMS (European Railway Traffic Management System), y la lenta adopción de Especificaciones Técnicas de Interoperabilidad (TSI), de las que en 2016 y según ERA [4], existían aún 40 ‘puntos abiertos’ y más de 200 desviaciones pendientes de resolver en los diversos países.

En cualquier caso, y de acuerdo con lo indicado por J. Campos (Ref.2, p.20), puede decirse que la situación en Europa ha venido a ser finalmente la de una ‘liberalización inconclusa, con mayores avances en el caso del transporte de mercancías y mayores retrasos en el de pasajeros’.

Los discretos resultados de la liberalización del tráfico de mercancías

En el caso de las mercancías, algunos países, como Gran Bretaña, Alemania, Holanda o Suecia, ya a mediados de los noventa favorecieron la entrada de nuevos competidores. (Fig.6)

Fig. 6. Calendario de liberalización legal y entrada del primer competidor en el tráfico de mercancías en diversos países europeos


Sin embargo, transcurrido el tiempo, la realidad es que la competición efectiva es aún bastante limitada, con resultados discretos que, por un lado y a nivel global, no evidencian ese largamente esperado repunte del tráfico, y por otro y yendo ya al detalle de cada país, muestran que, en general, el operador titular nacional o ‘de bandera’, -la RENFE de cada país, para entendernos- sigue ostentando la primacía. (Fig.7)



Fig.7. Cuota mercado operadores privados mercancías en Europa (evolución 2011-2014), reflejando la minoritaria participación generalizada de los operadores privados. 

La situación en Europa, en todo caso, dista de aquella a la que condujo en EE.UU. la liberalización ferroviaria de 1980 (Staggers Rail Act), (Fig.8) que permitió racionalizar allí la operación ferroviaria de mercancías, introduciendo la libre competencia en un sector secularmente lastrado por un marco regulador muy restrictivo; ello sirvió para racionalizar el número de compañías, mejorar radicalmente su servicio y rentabilidad, y abaratar los precios para los clientes.

Fig. 8. A partir de 1980, la liberalización ferroviaria en EE.UU. (Staggers Rail Act, 1980), mejoró radicalmente la competencia del fc en mercancías).
Fuente AAR. A short history of US Freight Railroads. October 2020

Si nos acercamos a la situación española, el panorama es especialmente preocupante. La cuota del ferrocarril en el transporte terrestre de mercancías es poco más que testimonial (1,8% en toneladas, y 4,3% en txkm netas, en 2018)[5] muy por detrás (Fig.9) de otros ferrocarriles europeos[6], y lo que es peor, sin síntomas de haberse beneficiado de la apertura del mercado -desde 2007- a otros operadores.

Fig. 9. Evolución comparativa de la cuota de mercado del fc en varios países europeos (1991-2014) 

Fuente: M. Llevat y G. Llobet. El futuro del fc de mercancías en España. FEDEA policy papers 2016/25


A finales de 2018, prestaban servicio en España once operadores ferroviarios de mercancías [7]; como referencia comparativa, en Alemania había más de doscientos [6]. Desde 2011, y en un contexto de discreto crecimiento de la actividad - +2,4% de las txkm netas transportadas por tren-, su presencia no ha supuesto (Fig. 10) ningún refuerzo significativo al protagonismo ferroviario en mercancías; lo que sí se observa es un sostenido trasvase del tráfico entre Renfe y sus competidores, cuya cuota relativa (% de las txkm netas totales) ha crecido de un modo consistente desde el 15% en 2011, a un 41,5% en 2018 [5]... operando solo el 26% de los trenes, lo que refleja una significativa mejora de eficiencia (recorrido medio por tren, locomotora y maquinista y aprovechamiento del tren, sobre todo) por parte de los operadores alternativos

Fig. 10. La evolución (2011-2018, España) de la cuota modal del fc en el transporte terrestre tras la entrada de nuevos operadores no ayuda al optimismo.
Fuente:  Informe CNMC, 2018



Esa circunstancia -la ineficiencia comparativa de Renfe, (Fig. 11) lastrada aún por su largo ejercicio de monopolio-, no es nueva [8], y apunta hacia una mejora, aún con mucho recorrido, tras la que pueden encontrarse las oportunidades para mejorar su competitividad.


Fig. 11. Indicadores de productividad comparada: Renfe - Operadores alternativos
Fuente: Informe anual del sector ferroviario. CNMC 2018.

Fig. 12. Frente a los operadores privados, en sostenida ganancia de cuota de mercado en el tráfico de mercancías,
Renfe muestra de modo consistente una menor productividad de sus activos clave.
Foto: Marcos Maté

La liberalización del tráfico de viajeros: expectativas e incertidumbres

En lo relativo a la liberalización del transporte de viajeros, España, -junto con Francia, entre otros-, ha venido marchando en el furgón de cola del proceso de apertura del mercado nacional: países como Gran Bretaña, Alemania, -ésta hoy con más de cien operadores de viajeros activos, desde servicios urbanos a interurbanos [9]- que comenzaron a abrir sus mercados en los noventa; o Italia, desde 2012, son ejemplo patente de una mayor proactividad liberalizadora

En todo caso, el protagonismo de estos operadores muestra una evolución discreta a lo largo del tiempo transcurrido, con un papel aún fuertemente dominante (fig. 13) del operador ‘de bandera’ que, en la mayoría de países aun ostenta una cuota de mercado superior al 80%. Tras esta circunstancia hay que ver, indudablemente, la dificultad que las muchas barreras existentes -administrativas, técnicas y financieras- imponen a los nuevos operadores; ello ha conducido, por ejemplo, en el transporte internacional a que se establezcan alianzas estratégicas de diverso cuño -joint ventures; adquisiciones parciales; acuerdos comerciales, etc.- [4] con el fin de acceder a nuevos mercados.

Fig. 13. Evolución de la cuota de mercado de operadores privados de viajeros en Europa (2011-14)

En España, el proceso de liberalización ferroviaria del tráfico de viajeros ha superado ya dos hitos que, de acuerdo al muy limitado mercado al que se asocian, han suscitado en consonancia, limitado interés: el transporte internacional  (2010) y los servicios turísticos nacionales (2013). La apertura a la competencia que ahora tiene lugar afecta solo a los servicios comerciales, es decir a aquellos no incluídos entre los considerados como Obligaciones de Servicio Público (OSP);…y que, en consonancia con lo que ocurre en muchos países de la UE, en los que también consumen cuantiosos recursos públicos -casi 20.000 m€ en 2014- en nuestro país representan (2017) [10], atención, un 84,6% del total de los viajeros transportados, ...aunque ‘solo’ un 43,1% de los vxkm, dado el abrumador peso de los tráficos de cercanías. Es decir, el ‘bocado' abierto a la competencia se centra en el mercado que representa el 56,9% de los vxkm (que es generado solo por un 5,4% de los viajeros, 33.6 millones) y que, en términos prácticos, se presta en el ámbito comercial de la Alta Velocidad (AV) y Larga Distancia (LD).

Evidentemente, la AV -potente icono del ferrocarril del futuro- ofrece un marco especialmente atractivo para priorizar esta nueva andadura competitiva: con mucha capacidad disponible (Fig. 14) -la línea española de AV más utilizada, en condiciones pre Covid 19 no llega al 38% de utilización[11]- hay, sin duda, un amplio campo de juego para otros operadores.


Fig. 14. Comparativa europea de la utilización de la red de AV (2016) Fuente: E/CNMC/004/2019


Pues bien, a partir de ahora, y también tras un largo y accidentado proceso concursal, que se dejó en el camino a otros pretendientes -Talgo entre ellos-, tres competidores (Renfe Viajeros; ILSA y Rielsfera) se verán las caras -gradualmente- en otros tantos corredores (1: Madrid-Barcelona-Perpignan; 2: Madrid-Valencia/Alicante; 3: Madrid-Toledo/Sevilla/Málaga); su competencia efectiva no tendrá lugar, entre otros condicionantes -sobre todo el impacto del Covid19- y limitada al corredor 1, hasta que los competidores de Renfe dispongan del adecuado material rodante, lo que no parece ser un problema en el caso de Rielsfera -que, en todo caso parece no operará, en principio, hasta la primavera de 2021-, pero sí en el de ILSA, que teniendo aún en fabricación sus trenes, no contempla sus primeros servicios hasta  enero de 2022.

Es inevitable ver con expectación el comienzo de esta nueva etapa del ferrocarril español. La experiencia europea hasta ahora [10] en los países más adelantados en su apertura a la competencia apunta a un prudente optimismo, reflejado en un aumento en la utilización del ferrocarril, con mejora en la frecuencia, calidad de servicio y reducción de precios, potentes motores seculares del favor de los usuarios. Desde el punto de vista de las administraciones publicas, la apertura a la competencia de servicios OSP -vg. Gran Bretaña, Alemania- ha conducido, incluso, a una reducción de los costes, y por tanto de la subvención pública.

Por otro lado, -en algunos casos- la saturación de la red;  la asignación de capacidad a los operadores -en manos de reguladores cuya neutralidad es, a veces, discutida; el establecimiento de cánones ferroviarios, coste que puede llegar a ser, por cierto, el 40% del de operación; el acceso a ciertos activos clave (trenes; vías de estacionamiento; talleres; espacios en estaciones);  la movilidad de los maquinistas y la controvertida posición del operador ‘de bandera’ nacional, beneficiado por su presencia histórica en el mercado y, a veces, por ventajas normativas, son entre otros [10]algunos de los ‘puntos calientes’ generales detectados en el proceso de liberalización.

En el caso español algunos de ellos se particularizan en peculiaridades derivadas de una red heterogénea -en ancho, electrificación, sistemas de señalización, y con algunas terminales principales ya muy saturadas, lo que dificulta ‘el encaje’ de nuevos operadores. Asimismo, y en relación con el rígido sistema de sistema de fijación de cánones de acceso -por ley-, no deja de verse con prevención el elevado endeudamiento de ADIF, y la tentación subyacente de aliviar su financiación a través del recargo de los cánones. Y finalmente, el hecho de que el mercado de alquiler y mantenimiento de material rodante esté, precisamente, en las manos de uno de los competidores, Renfe; la dependencia de Renfe-Operadora para la formación práctica de los maquinistas de los competidores y, al mismo tiempo, las diferentes condiciones de trabajo, salariales y sociales entre sus empresas, son barreras con potente capacidad perturbadora tanto en relación con la disponibilidad del material rodante como de los maquinistas, colectivo clave cuyas ‘fugas’ desde los operadores alternativos a las más atractivas condiciones de Renfe viene desarbolando las capacidades de aquéllos…tal como ocurrió, por ejemplo, entre 2014 y 2016 cuando los operadores alternativos principales perdieron entre el 17 y 40% de sus maquinistas (Informe CNMC STP/DTSP/053/17, p.11)


Fig. 15. El ETR 400 (Frecciarossa 1000), genuina muestra contemporánea de la larga tradicion italiana de diseño de bellos trenes, y el TGV-Duplex serán previsiblemente los trenes competidores  de los AVE-¿AVLO? sobre las vías españolas. Fotos: Nelso Silva (ETR 400) y Kabelleger-David Gubler (TGV-Duplex)


Para rematar no debemos olvidar que aparte, por supuesto, Renfe, los nuevos competidores son empresas con una fuerte componente de operadores ‘de bandera’ de otros países: Trenitalia (45% de ILSA) y SNCF (100% de su filial Rielsfera)[12]. Es inevitable, por tanto, ver con cierta inquietud el que las inercias gestoras propias de los históricos monopolios ferroviarios puedan contaminar lo que debería ser una competencia dinámica, inherente a la iniciativa privada. Y señaladamente, el que productos ‘low cost’ de los operadores históricos -vg. caso del Ouigo e Izy francés, y previsiblemente el indefinidamente abortado AVLO español- puedan ser utilizados como ‘antídotos’ disuasores de la entrada de nuevos -y genuinos- operadores privados[13].


Fig. 16. El desventurado AVLO de Renfe: un no-nato 'low cost' sobre raíles con el que Renfe confiaba encajar el primer envite de los nuevos competidores en parte del tráfico de alta velocidad. Su entrada en servicio, diferida 'sine die'.

Foto Renfe



Conclusión

De un modo -respecto a otros sectores- retrasado, lento y aún incompleto, el ferrocarril europeo, históricamente gestionado en régimen de monopolios de fuerte dependencia política, y elevado coste para el erario público, ha enfrentado un proceso de liberalización con el fin de hacer frente -sobrevivir con éxito, quiero decir- a otros medios competidores que han acreditado una mayor agilidad frente al mercado del transporte. 

Las iniciativas llevadas a cabo hasta el momento muestran un discreto progreso de la competencia, y, lo que es más preocupante, no evidencian -salvo limitadas excepciones- sensibles incrementos en la utilización del ferrocarril. La actitud proteccionista de los estados y -asociada con ésta- el poder de los operadores históricos -y su eventual discriminación favorecida por normativa y reguladores- se manifiesta como uno de los aspectos mas controvertidos, lo que posiblemente requiera de posteriores ajustes normativos [2]

En lo tocante a España, la experiencia de década y media de liberalización del transporte de mercancías, suscita, por decirlo con suavidad, escaso entusiasmo: no se ha observado crecimiento neto del tráfico, sino en el mejor de los casos una pérdida de cuota de Renfe que se traslada a otros operadores, compitiendo en un entorno normativo discutido, y en el que las esperadas mejoras de eficiencia, que tímidamente se atisban, tienen un efecto limitado. 

La apertura a la competencia del tráfico doméstico de viajeros-en el fondo entre los operadores históricos españoles, italianos y franceses, y solo en unas pocas, atractivas, rutas; en una incómoda y aún larga convivencia con el monopolio de Renfe sobre los servicios OSP; inoportunamente condicionada por el radical impacto negativo del Covid-19 en los hábitos de transporte, y a la que aún quedan meses -o años- para ser efectiva, no da tampoco para excesivos fervores, aunque, sin duda aglutina las esperanzas de todos los que esperamos que, por fin, el ferrocarril español -marcado por su infrautilización, complejidad y alto coste público- mejore su contribución al bienestar futuro de nuestro país. Ese y no otro es – o debería ser- el fundamental objetivo de esa liberalización ferroviaria que hoy da un nuevo, y ojalá firme y definitivo, paso adelante.

JRS. 14 de diciembre de 2020


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Referencias:

[1] Van der Meulen, D. Identifying the key factors for long-term sustainability. Railway Gazette International, Sept. 2006.

[2] Campos, J. La competencia en el ferrocarril: un análisis del nuevo marco institucional en Europa y en España. Fedea Policy Papers - 2015/12. Univ. Las Palmas de G.C. Nov. 2015

[3] Burns. D. Time to be realistic about Railway privatisation. RGI, Sept. 2006.

[4] UNECE. Railway Reform in the ECE Region. 2018

[5] CNMC. Informe anual del sector ferroviario, 2018. Dic. 2019.

[6] Llevat, M. Llobet, G. El futuro del fc de mercancías en España. FEDEA policy papers 2016/25.

[7] Observatorio del Ferrocarril en España. Informe 2018. FFE. MITMA

[8] Comisión Nacional de la Competencia (CNC). Report on competition in raiway freight transport in Spain 2012.

[9] Revista MAFEX. La liberalización ferroviaria. 2020

[10] CNMC. Estudio E/CNMC/004/2019. Estudio sobre la liberalización del transporte de viajeros por ferrocarril. Comentarios sectoriales en https://blog.cnmc.es/

[11] Bent M. Open Access poised to start on Spain’shigh speed network. RGI, Junio 2020.

[12] Renfe-Viajeros. Web https://www.renfe.com/es/es/grupo-renfe/sociedades/renfe-viajeros/viajeros-conocenos/liberalizacion

[13] Kingsley, N. Protectionism dilutes competitive Dynamic. RGI Marzo 2019